Busco la dirección de mi nueva psicoanalista. Camino entre edificios bonitos y lujosos. De pronto veo uno que es muy alto; dentro de él hay un consultorio transparente, es decir: con paredes y techo de vidrio, de modo que quien esté en el diván podrá ver el cielo. La persona con la que camino me dice en broma "ahí está tu consultorio" y ambas reímos, pues sabemos que un consultorio tan lujoso debe pertenecer a un psicoanalista incosteable. Seguimos caminando en busca del consultorio real.

1 comentario:
mmm... tal vez esto te interese: http://untextoalasemana.wordpress.com/2008/08/09/el-tao-del-psicoanalista/
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