miércoles, 10 de diciembre de 2008

A UN METRO DEL COCODRILO

Mi mejor amiga y yo vivimos juntas. Estoy durmiendo en mi récamara. De pronto entra un muchacho con aspecto rapero y salimos de paseo con él, se ve que es gran amigo de ambas. Un río separa nuestro departamento del resto de la ciudad, lo que nos comunica es un puente nuevo y firme; en el cual caminamos los tres. Luego volvemos al departamento, esta vez en busca de varias pertenencias, pues nos vamos (no sé si de vacaciones o si es una mudanza). Atardece. Ahora el puente es frágil, sus sostenes ya no son metálicos sino una especie de lazos tan flexibles que hacen descender el puente hasta pocos centímetros del río. Y en el río hay cocodrilos; esta ocasión veo claramente uno de ellos, estamos tan cerca que tengo la certeza de que que si caigo me morderá.
Con mucho trabajo, logro llegar al extremo seguro. Al final, pienso que olvidé mis froot loops; estoy a punto de volver por ellos, pero recuerdo los cocodrilos y desisto de esa idea. Afortunadamente, después me doy cuenta que ahí están mis froot loops.

2 comentarios:

Mario dijo...

... y cuando despertaste, el cocodrilo aún seguía ahi.

Livi Jazmín dijo...

Jajajajajajaja, sí aplica.

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Con mi baja estatura pierdo glamour, pero gano simpatía. Me alegro con facilidad: "sí, sí, sí, yo quiero mambo, mambo". Soy una persona agridulce. Me gusta el mar y cualquier agua clara o verdeazul en la que pueda zambullirme. Mi escritor favorito es Italo Calvino, de quien aprendí que, en medio de la mezquindad, un impulso de amor general puede originar un universo.