Estoy rodeada de niños junto a una resbaladilla. Tengo la impresión de que hay otra mujer adulta. Al lado de la resbaladilla hay un charco y dentro de éste, dos cocodrilos. Mis acompañantes me informan que se trata de dos hembras, aunque no son enormes, sé que tienen el tamaño suficiente para hacernos daño. Tal vez por eso permanezco en las escaleras de la resbaladilla. Los niños se acercan al agua, lo cual me causa angustia; pues aunque las cocodrilas se ven pacíficas, se que en cualquier momento pueden morder. El agua enrojece de pronto; creo que los animales han mordido a uno de los niños y siento terror. Falsa alarma. Los niños conocen el lugar, por eso me dicen que del otro lado de la resbaladilla está el cocodrilo realmente peligroso, puesto que es enorme. Insisten en que vayamos, pero yo me niego a hacerlo. 

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