
Es noche. Bajo una pendiente en bicicleta. Cuando llego a terreno plano me detengo, veo que a mi costado izquierdo la zona es arbolada. Escucho un gruñido que amenaza. No me pregunten cómo, pero sé que es un oso. Doy vuelta y pedaleo en dirección contraria a la que vine, es decir, de subida, sin embargo, el suelo está tupido de piedras y agujeros, así que mi marcha es lenta y temo que en cualquier momento salga el oso y me de matacuaz. Siguiente escena: la zona arbolada está cercada, parece que investigan la presencia del animal.
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