LANGOSTA VIVA Y RATÓN MOJADO

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Anoche soñé que estaba acostada en mi habitación, esta vez en la parte alta de una litera. Vi a un bicho acercarse velozmente hacia mí. Era un negro y enorme alacrán que en lugar de clavar su aguijón, me pellizcó el pie. Qué dolor sentí; tomé con una mano al agresor y lo arrojé al suelo, pero él saltó más de un metro, prensó la orilla de la colcha y de nuevo llegó hasta mi pie para hacerme daño. Lo arrojé, pero su salto se repitió algunas veces. Luego miré las paredes: había arañas patonas, un escarabajo, un cienpiés y un camarón que pendía del techo, lo raro es que todos eran pequeñitos; a pesar de ello corrí en busca del insecticida; al único que deseaba dejar vivo era al escarabajo. En la cocina estaba mi madre, quien me dijo no los mates, en la noche iluminarán tu cuarto. Ella guisaba una langosta y de súbio la langosta se movió. ¿Sabes que ese animal es símbolo del diablo? Pregunté y ella contestó que sí, pero tranquila, casi amorosamente, introdujo el cuchillo en el cuerpo acorazado, para continuar su obra culinaria.

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Primera escena: tengo un hamster enorme y regordete, siento un profundo cariño por él.
Siguiente escena: llueve en la casa de mis abuelos. El agua corre escaleras abajo, ahí, junto a una piedra, encuentro mi roedor, casi en los huesos, helado, agonizante. ¿Cómo llegó ahí? Lo dejo morir y subo las escaleras con tristeza y con culpa.

LOS TRES FREUDS

Anoche soñé que estaba acostada en la cama de mis abuelos. Tenía miedo. Se acercaron tres señores, todos con cara de Freud. Les dije: lo que antes era el alma, ahora es el inconsciente. Sosteníamos una conversación amable, hasta que uno dijo que ellos tres eran demonios e intentaron meterse bajo las sábanas.

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manejaba un coche rumbo a la librería; como no encontraba el freno, para no chocar tomaba otros caminos, los vacíos, y éstos me alejaban de mi destino. Luego el coche devino bicicleta.

En busca del murciélago

Anoche soñé que esperaba una fiesta, a la cual yo quería llevar un murciélago, de ésos que son sostenidos por una vara y que al jalar el hilo mueven las alas. Mucho caminé buscando el animal de juguete, pero en los puestos nomás había peces, pájaros, pequeñas quimeras y uno que otro murciélago tuerto o sin alas. Y no, yo quería un hermoso ratón alado. Desperté sin haberlo encontrado.