Mi madre y yo caminamos en una calle soleada y tranquila. Vamos rumbo al salón de belleza. Yo también quiero cortarme el cabello, pero el costo me parece muy alto, así que cuando entramos me quedo esperándola en un sillón. Me recuesto, entonces la estilista me dice: "como cambiamos un poco este lugar, seguramente lo sientes pequeño," cosa que no es cierta, pues el sitio me parece grande. Miro una revista: hay tres modelos con vestidos de novia, están de pie sobre el mar, se ven felices, totalmente felices e inmóviles, mientras debajo de ellas ondea el agua marina, y también ondea el chocolate líquido que las envuelve, pues de este material están hechos sus vestidos nupciales.
