Ana y yo fuimos al super. Ahora estamos saliendo del estacionamiento. Nos encontramos dentro de un coche. Yo manejo, sin saber bien cómo hacerlo. De pronto acelero. Estoy a punto de atropellar a unas personas, pero freno justo a tiempo, es decir, a penas toco a una niña morena, de cabello corto y ondulado, quien por cierto lleva puesto un vestido azul.
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Conduzco una moto. Ana va en la parte de atrás, lleva puesta una boina y me abraza mientras acelero; esta escena me recuerda mucho el final de Amelie. No estamos en una calle, sino en una especie de plaza grande, rodeada por edificios coloniales y vacía de gente, de tal modo que puedo conducir con libertad. El cielo es rosa. El piso está cubierto con adoquines. Y cientos de palomas se elevan hacia el cielo.
